Un poco de historia…
La técnica del origami se realiza desde hace miles de años en Japón, donde dicen que se originó. En lengua japonesa significa: Ori: plegado y Gami: papel. De allí que su traducción más simple sea: “el arte de doblar el papel”.
Hace muchos años el papel no era fácil de conseguir, solía ser exclusivo para las clases adineradas y para la iglesia. Poco a poco y a medida que descubrieron nuevas formas de hacer papel, éste arte pudo disfrutarse en cualquier estrato social. El Origami llegó a Europa alrededor del siglo IX y XII a través de los moros y posteriormente, con el descubrimiento de América, llegó a Occidente.
Versatilidad…
La versatilidad de esta técnica es que nos permite utilizarla, tanto en la escuela para desarrollar objetivos puntuales o de recreación; y también como una actividad placentera para hacer en reuniones de amigos o familiares. Un punto a favor en ambos casos: es relativamente económica, ecológica y para cualquier edad. Particularmente yo tengo ambos recuerdos: haciendo plegados en familia y en el colegio.
Beneficios
Entre sus múltiples beneficios encontramos que, a nivel cognitivo favorece la concentración, la paciencia, la imaginación, el seguimiento de instrucciones, refuerza los conocimientos básicos de geometría, la visualización espacial… ¡Y hasta para entender procesos matemáticos como las fracciones!
Además de todo esto, es una actividad que invita a la relajación y potencia la satisfacción de ver un logro alcanzado con cada plegado, lo que sin duda refuerza la autoestima, tanto en niños como adultos. Por último también mejora la precisión y las destrezas motoras finas (coordinación ojo-mano).
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¿Qué necesitamos para empezar?
Para la mayoría de los plegados se usan hojas de papel con un formato cuadrado. Sin embargo, existen plegados que se logran con formato rectangular, como lo es el caso de algunos avioncitos y el tradicional barquito de papel.
Por lo general se recomienda papel tibo bond, para que los pliegues sean más fáciles de hacer. No obstante se pueden llevar a cabo con algunas cartulinas finas, papel de seda, de periódico o revista, etc. Pueden ser hojas de colores, de una cara o ambas caras. El origami tradicional no lleva recortes con tijera, pero si aceptan pegamento en algunos dobleces. Esta es una de las diferencias primordiales con la papiroflexia (la cual sí permite algunos cortes de tijera).
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Existen millones de plegados con diferentes niveles de dificultad, por ello puede llevarse a cabo por niños y adultos. Cuando terminamos los plegados, podemos convertirlos en proyectos creativos, tales como: álbumes, tarjetas, bouquets o adornos florales, picaportes, lámparas de papel, móviles de cuna, títeres ¡y un sinfín de ideas!
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¿Y tú, ya hiciste tu primer plegado? Aquí te dejamos un video con uno sencillo para comenzar:
¡Espero que lo hayas disfrutado! Espero tus comentarios, dudas o sugerencias más abajo…
Cariños,
Laura Cantero